Es una de las grandes preguntas que se hacen todas las personas que, alguna vez, han querido saber que les deparará el futuro.
Esto es debido a las limitaciones que ponen las Iglesias a todo lo que sea una práctica orientada a saber el devenir, pues en su opinión, es algo que no se debe tentar, ya que sólo Dios -o la deidad de cada religión- son los dueños de ese futuro.
Así, que demonizan estás mancias y consideran que leer el tarot es pecado, aunque todo es matizable y que con el paso del tiempo esa prohibición ser ha ido relajando.
Tanto la Iglesia Católica, como otras religiones, llegaron a considerar pecado consultar el zodiaco, el horóscopo, una acción que es muy usual por parte de muchas personas en el mundo cada día y que, parece, resultaba molesto para las altas instancias religiosas.
La lectura de las cartas o de cualquier otro oráculo que permita leer el futuro se ha considerado como superstición, como algo que no se debe de realizar, ya que lo correcto es acudir a Dios, puesto que es Él único que conoce el futuro.
Así es Dios quién -en opinión de las jerarquías religiosas- puede revelar el futuro y lo que habrá en el mismo. Del futuro sólo se sabe, en opinión de las religiones, que habrá un juicio final para cada persona, que habrá cielo e infierno en función de los actos de la persona.
Personalmente somos creyentes y no consideramos que sea pecado el leer el tarot, siendo conscientes que el Ser Supremo está por encima de todo, pero es que la tarotista no intenta suplantarlo, nada más lejos de sus intenciones.
Dios nos ha entregado los medios naturales inherentes en el ser humano como la inteligencia, el estudio, la Ciencia y todo lo que es preparar en el día a día el mejor devenir y no se puede saber -o no se debe- sin atender a las leyes y al conocimiento divino.
Pero… ¿Es pecado o no lo es?
¿Recuerdan cuando quemaron a Galileo por afirmar que La Tierra no era el centro del Universo? Pues sí, lo hicieron. Más que nada por era la Iglesia quien quería tener el control sobre el conocimiento.
Hoy en día no es que las religiones tengan una lucha encarnizada contra las prácticas esotéricas, pero se ven con recelo, tal y como la ve el mundo científico oficial.
Echar las cartas y darle una predicción de futuro a una persona no es pecado, siempre y cuando se haga con bondad, con intención de ayudar y sin recurrir a prácticas de magia negra, que es otro cantar.
Una persona que se dedique a leer el tarot de manera honesta, sin engaños, sin utilizar malas artes, no debe de considerarse que esté cometiendo ningún pecado.
Hay que considerar que las lecturas de las cartas son «un instrumento prohibido» y su práctica y/o consulta está al margen de lo que marcan las leyes religiosas, es algo que se podría aceptar si se usa la magia negra, o se recurren a métodos poco éticos, que en nada tienen que ver con el tarot.
Las cartas, el tarot, son un elemento consultado por miles de personas a diario que quieren saber más sobre lo que puede ocurrir dentro de lo que es su vida, en el trabajo, en la economía, en la familia y, sobre todo el amor.
Una tirada de tarot no se debe equiparar a la santería, a la brujería, al espiritismo y a otros medios de adivinación, ya que se trata de métodos que en nada tienen que ver con las cartas.
Según los jerarcas políticos recurrir a este tipo de prácticas y ritos van totalmente en contra de la Fe cristiana -y en otras religiones- y se puede caer en manos del mal.
Realmente no pasa nada por consultar el tarot más que saciar la curiosidad de la persona por saber el futuro, no es algo impuesto por el Mal sino que es fruto de un conocimiento que fue tildado de prohibido y que se trata de monopolizar por las autoridades eclesiásticas.
Es totalmente compatible creer en Dios, seguir la palabra de Jesucristo y realizar una consulta de tarot. No es un pecado el hacerlo, puesto que lo importante es que hagas el bien y no hacerle a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
El conocimiento debe ser libre y cada persona debe saber, sin ningún temor, que es lo que puede suceder el día de mañana sin miedos a prohibiciones añejas, de otro tiempo, o restricciones religiosas que tiene más de supersticiosas que las prácticas de conocimiento del tarot.
No es pecado leer el tarot. Pecado son otras cosas, que muchas de ellas si que la hacen las jerarquías religiosas de muchas religiones.