Dentro del panteón de dioses más poderosos y venerados dentro de la Yoruba tras Obatalá, sus vástagos consagrados deben ser siempre varones con el don de la videncia y predecir el destino y dotados del valor como su eleddá.
También deben ser astutos, mujeriegos, independientes análogos a aquel que consiguió saber la clave del ñame y su cultivo que hicieron lograr el aché que daba Olofi.
Changó (o Shangó) es una suerte de orisha que representa lo mejor y lo peor, las virtudes y los defectos, pudiendo ser desde un buen amigo, adivino, curandero hasta alguien que es negativo, no dice la verdad, manipula y es aprovechado, no es fiel –mujeriego- y, además, le gusta el juego. Buen padre en función del comportamiento del hijo o malo si es comportamiento es negativo.
Se trata de la deidad suprema del vigor, de la virilidad, de entre las mujeres que tuvo destaca Obbá Yúru, Ochún y Oyá, Obañeñé, Yemmú y Yemayá, encargadas de calmarlo en los momentos impulsivos de este particular orisha. Es, también, el patriarca –padre- de Ibedyi o jimaguas, siendo su madre Ochún, criados por Yemayá.
Cuenta la historia de este orisha que Yemayá y Aggagú –denominado como “dueño del río”- se unieron en el amor y del mismo nación Changó pero que ella lo rechazó al nacer y fue criado por Obatalá al que llegó a reconocer como hijo y le dio el collar blanco característico y lo punzó. Tras ello le edificó un castillo en el que habitaría bajo el título de rey del mundo.
Bajó al Congo, portaba su tablero, su castillo, su pilón, y se hizo una persona –joven- muy revoltosa y, a la vez, pendenciero, siendo expulsado por Madre Agua Kalunga; en ese camino fue a encontrar a Orula a quien dio el tablero sabiendo que su cuidado y uso estaba asegurado.
Con todo ello se quedó empleado caracoles y coco para adivinar, cantando y bailando a la vez que hacía de la suyas. Con el tiempo se casó con Obbá viviendo, también, con Ochún. Oyá, esposa de Oggún, tuvo relaciones con él y se dejó raptar.
Así ellos dos, Oggún y Changó, se convirtieron en enemigos acérrimos. En cierta ocasión entablaron una feroz pelea escondiéndose en casa de Oyá, ella se cortó las trenzas y se las puso a él, lo disfrazó con sus ropas y se transformó en mujer. El enemigo lo dejó pasar creyendo que era la santa.
Solía pelear sin armas y Osain solía ser su padrino, que le preparó el güiro para que cuando se tocara la boca con el dedo echara fuego y con este vencer a sus enemigos.
Son sólo algunas de las leyendas que cuentan sobre su origen aunque todo se pierde dentro de la particular filosofía de esta religión sincrética tan importante. Entre los lucumies hablan que era mortal, de la Tierra, pero que ascendió al Cielo para así convertirse en Orisha, dentro de los bantús creen descendió del Cielo siendo –en ese momento, ya- un orisha.
Características de Changó
Dentro de las identificaciones Changó se sincretiza con Santa Bárbara. Entre sus atributos destacan sus colores, que son el rojo y el blanco.
Su número es el cuatro, aunque también el 6 y el 12 (tiene su festividad el 4 de diciembre, que es el día de la patrona, de Santa Bárbara).
Atributos característicos: Espada (de madera o metálica), la poderosa hacha que tiene doble filo o bipeine, pintada en llamativo color rojo, con decoración en blanco, un caballo moro, copa, un cetro formado por madera de cedro y de palma con agudas puntas y Changó lo porta en su cabeza.
Abalorios o collares: alterna las cuentas en color rojo y blanco, así hasta un número de 280.
Vestimenta: porta lo que es un bandé rojo con ribete –p borde- en blanco, su camisa suele ser camisa holgada, destaca su vistoso pantalón rojo bermellón que puede ser corto en ocasiones y terminado en punta, yendo –algunas veces- descamisado portando una banda que está cruzada o, también, una especie de chaquetilla de color rojo y blanco. Su corona tiene la forma de un castillo.
Comidas: Le gusta el maíz tostado, la sabrosa calabaza, la siempre dulce caña de azúcar, y también el mamey colorado, tiene mucho gusto por el cogollo de mango macho, saborea el quimbobó, y también tiene debilidad por frutas como los plátanos o las manzanas, por el bien hecho caldo de tipo vegetal hecho con base de cogollo de calabaza, o con quimbobó y, finalmente, por la carne ahumada picada.
Animales: se le suele hacer ofrendas con jicoteas pintando el caparazón de rojo y de color blanco –que son sus colores- y se pone siempre de forma que esté en un lugar visible dentro el altar, también se le ofrenda chivos, o un animal como el carneros, las frágiles codornices, o más complicados como los toros, gallos en color rojos, o el fiero león.
Receptáculo: se trata de una batea que es de madera con tapa, se suele elegir de cedro, en tonos y colores rojos y blanco.
Descendencia: son de género masculino, voluntarioso, muy inteligente, altivo y valeroso. Suele dejarse llevar por la cólera e in tolerantes; les gusta la fiesta, son libertinos, muy mujeriegos y machistas.
Se le suele saludar diciendo: «Kabiyesi Changó», también «Kavó Changó» ola forma «Kabiosile Changó”, «Ee babá mí, échame la bendición». La respuesta por su parte es poner las manos en los hombros y se le abraza con el condicionante que no debe bajas nunca su cabeza.
Sus oní Changó deben tirarse en el suelo quedando en posición boca abajo con las manos que estén pegadas al cuerpo. Las mujeres, las féminas, que rinden culto a él se tiran al suelo y el orisha las levanta y las abraza saludándolas.
Oración a Shangó
«Glorioso y amado Changó, que eres magnánimo y todo lo puedes, escúchame y escucha mi plegaria, que no me desampares nunca, que me ayudes y que tu amparo descienda y me cubra, que me auxilie pues yo te vengo a pedir e implorar tu ayuda.
Que no me desatiendas Changó tú que sufriste la incomprensión y que moriste por amor, tú me entiendes y hoy vengo yo a pedirte que seas misericordioso conmigo y que me ayudes, que mi corazón se reconforte y que [decir el nombre completo de la persona amada] comparta el amor.
Prometo siempre que Santa Bárbara, Changó, será mi poderosa protectora y tendrá un espacio grande en mi corazón pues yo le imploro este favor y que el corazón de [hay que decir el nombre de la persona amada] esté conmigo.
Te imploro este gran favor, que no pueda vivir sin mí, ni comer ni dormir, que esté todo el día con mi imagen en su cabeza y venga de rodillas suplicando mi compañía y tener mi amor.
Te pido que mis enemigos me dejen, que no se acuerden de mí, que no haya malas energías ni malas vibraciones y que ese amor que tanto quiero esté conmigo. Amén”.